El bamboleo de la historia: Imperios al ritmo del péndulo

La historia no avanza en línea recta. Se mueve, es inestable, con altibajos, más bien, como un péndulo: oscilante, rítmicamente, que va de un extremo al otro a su tiempo. Ese movimiento, incesante e imparcial, ha elevado imperios hacia la cima del poder y, con la misma fuerza, o talvez peor, los ha precipitado hacia la ruina. No hay cúspide sin declive, ni hegemonía sin sombra. Este principio rige desde Babilonia hasta Roma, desde los Aztecas hasta los grandes imperios coloniales europeos, gobierna nuestro días y será lo que determine el futuro. El movimiento pendular no obedece únicamente a las leyes de la física, en nuestras vidas, la historia tiene sus propias leyes; es símbolo de los ciclos inevitables del poder, de la gloria y de la decadencia. Cuando una civilización alcanza su apogeo, tiende, como un péndulo que ha llegado a su punto máximo, a detenerse un instante antes de iniciar el inevitable retroceso. Las causas pueden ser múltiples: corrupción interna, excesos, pérdida del...